Responsabilidad social, no es un nuevo silogismo, pretexto político de campaña para adornar su vocabulario ya bien rebuscado de los perspicaces hombres de la patria como ecología, tema de moda que como caballito de batalla retoman los líderes lingüistas, que con su parla siguen engañando a incautos electores que se dejan cautivar con la defensa de los recursos de todos y de nadie, pues es poco lo que hacemos por ellos, empezando desde nuestras casas, donde inicia la responsabilidad social, de cada uno de nosotros, educándonos a no vaciar cuanto desecho aparece de nuestra alacena, y quehaceres domésticos como bolsas, plásticos, vidrios, cabellos, fibras, arena, residuos químicos de fármacos que nos sobran, y qué decir de los talleres y fabricas, que depositando pinturas, disolventes, compuestos aceitosos, combustibles, todo coctel de insumos, y mezclas de todo nivel, hacen como receptores de las cloacas citadinas, todo un sedimento mortal a las especies, no solo acuática, sino de todo tipo de ganados aves especies y el mismo ser humano.
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